En la liturgia se realiza la más estrecha
cooperación entre el Espíritu Santo y la Iglesia. El Espíritu Santo prepara a
la Iglesia para el encuentro con su Señor, recuerda y manifiesta a Cristo a la
fe de la asamblea de creyentes, hace presente y actualiza el Misterio de
Cristo, une la Iglesia a la vida y misión de Cristo y hace fructificar en ella
el don de la comunión. Compendio 223).
La misión del Espíritu Santo en la liturgia de la
Iglesia es la de preparar la asamblea para el encuentro con Cristo; recordar y
manifestar a Cristo a la fe de la asamblea de creyentes; hacer presente y
actualizar la obra salvífica de Cristo por su poder transformador y hacer
fructificar el don de la comunión en la Iglesia (1112).
En la Liturgia, el Espíritu Santo es el pedagogo de
la fe del Pueblo de Dios, el artífice de las "obras maestras de Dios"
que son los sacramentos de la Nueva Alianza. El deseo y la obra del Espíritu en
el corazón de la Iglesia es que vivamos de la vida de Cristo resucitado. Cuando
encuentra en nosotros la respuesta de fe que él ha suscitado, entonces se
realiza una verdadera cooperación. Por ella, la liturgia viene a ser la obra
común del Espíritu Santo y de la Iglesia (1092).
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