DOCUMENTOS

 Para comprender nuestro presente, hemos de profundizar en el legado que nos dejaron nuestros antecesores. Tratar de descubrir qué les movió a trazar nuevos caminos, buscando dar respuestas a los signos de los tiempos que les tocó vivir, a impulsos del Espíritu que les movía a buscar a Dios, sin anteponerle nada.

Durante siglos, los historiadores sacaron sus conocimientos sobre los orígenes de Cister de dos documentos: dos "Exordia", el Exordium Magnum y el Exordium Parvum. El primero es una obra compuesta de hechos, leyendas y reflexiones teológicas. El nombre de su autor es Konrad, monje de Claraval, y terminó su trabajo en los últimos años del siglo XII. Cuando murió, en 1221, era abad de Eberbach. La segunda obra, anterior, es una compilación mucho más corta, que sin embargo contiene datos históricos más fiables sobre los orígenes de Cister. Es una ampliación del llamado Exordium de Cister, obra anterior, y está compuesta de 17 pequeños capítulos cuyo autor es desconocido.

La historiografía moderna, a través de  Tiburtius Hümpfner, monje de Zirc en Hungría se hizo eco de la aparición en Austria de un manuscrito que contenía el texto íntegro del   Exordium Mágnum (3). Pudo demostrar, basándose en este manuscrito, que después de la canonización de san Roberto en 1222, los capítulos del Exordium Magnum que criticaban a Roberto por haber abandonado Cister fueron retirados, y fue sólo un texto mutilado el que se transcribió en la mayor parte de los Códices. La publicación hecha por Fr. Hümpfner en 1908, de los fragmentos hasta entonces desconocidos, llevó a los historiadores a suponer que podían esperar inevitablemente otras sorpresas a propósito de los primeros tiempos de Cister.

Estos descubrimientos no se hicieron esperar mucho tiempo. En 1927, un Canónigo de Toulouse, antiguo trapense, llamado Roberto Trilhe, descubrió un manuscrito que contenía a la vez un breve resumen de dos capítulos sobre los orígenes de Cister y la Carta de Caridad, la primera Constitución de los Cistercienses, en una versión de cuatro capítulos, más corta que el texto conocido. Sin embargo, un descubrimiento más importante que hizo Trilhe fue darse cuenta de que este "resumen" de la Carta Caritatis era de hecho una versión precedente, y aún desconocida, del mismo texto.

Un tercer descubrimiento tuvo lugar en 1939 en Ljubljana (Eslovenia) cuando Josef Turk puso mano en una versión todavía anterior del mismo documento, que se había perdido, y a la que él llamó Carta Caritatis Prior.

Después de la Segunda Guerra Mundial empezó la búsqueda sistemática y la comparación de las fuentes, y pronto quedó claro que todas las opiniones precedentes sobre el   Exordium Parvum (2) habían sido incorrectas. Dos correcciones fundamentales serían especialmente aportadas: primera, no había sido escrito en 1119, sino más tarde; segunda, no se había redactado como una "introducción" histórica a la Carta Caritatis, sino que era más bien una segunda versión de un documento anterior y más corto, que Trilhe había descubierto y había llamado Exordium Cistercii (1)

Después estos descubrimientos, los historiadores empezaron a darse cuenta de que Cister se había establecido como una fundación entre otras muchas parecidas, y que, para poder contar la "historia verdadera" de esta fundación, hay que considerar su contexto histórico, incluyendo todos los movimientos monásticos contemporáneos[1].

La lectura y estudio de los Textos Primitivos nos ayudarán en gran manera para comprender nuestro pasado a la luz de nuestra tradición, para vivir el presente y construir nuestro futuro. 
Y el correr de los siglos hizo que las normas se fueran adaptando a la vida, según los tiempos y circunstancias, como nos dice San Benito en su Regla. Y aparecieron nuevos documentos, especialmente tras el Concilio Vaticano II, como el emanado del Capítulo General Especial de la Orden Cisterciense (1968-1969), la llamada Declaración de los principales elementos de la vida cisterciense actual. A este importantísimo documento se unen las Constituciones de la Orden y las de cada Congregación en particular, como las Constituciones de la Congregación de Castilla.
Los Cursos de Formación Monástica de la Curia General de la Orden, en Roma, han sido momentos propicios para seguir investigando y estudiando nuestra identida. Fruto de ellos son textos que los propios alumnos han ido realizando y que nos ayuda también en nuestra formación. Entre ellos, podemos citar el Cuestionario para la formación en los noviciados, titulado En la escuela del servicio del Señor.
 
[1] Cfr. ZAKAR, P.: “La fundación del Monasterio de Cister, 2. Algunas palabras en relación a las fuentes”. Para mejor conocer la Orden Cisterciense. Roma, 2001. HERRERA, L.: El primer siglo de la Historia de Cister (1098-1198) Monasterio de las Huelgas. Burgos, 1985.