Os damos la bienvenida a este blog, en el que podréis conocer mejor la Congregación de Castilla, de la Orden Cisterciense.
Oramos y trabajamos unidas para el servicio de nuestras Comunidades, de la Orden y de la Iglesia .
--------------------------------
HISTORIA DE LA
CONGREGACIÓN DE CASTILLA
INTRODUCCIÓN
¿Tienen sentido
hoy las Congregaciones?
HISTORIA DE LA CONGREGACIÓN DE
CASTILLA
La Congregación llegó a tener de 40 monasterios masculinos y unos
30 de monjas que pertenecían a ella, en diverso grado. De todos estos
monasterios, 39 eran abadías que pertenecían ya a la Orden.
REACTIVACIÓN DE
LA CONGREGACIÓN DE
CASTILLA
Federaciones de
monjas Cistercienses
Tal y como señalan las Constituciones actuales de la Orden Cisterciense ,
“las Congregaciones que la componen son uniones de varios monasterios, bajo
el Capítulo de la
Congregación y bajo un mismo superior, llamado presidente”[1].
Una característica del monacato latino es la preocupación por dotarse de una
organización estable con normas de buen sentido jurídico. El talento legislador
de San Benito es buen ejemplo de ello, así como los documentos primitivos de la Orden Cisterciense
lo confirman.
Aunque San Benito en su Regla no trata de
la unión de diversos monasterios entre sí, sino que solo se
preocupa de la organización interna
del monasterio, los Fundadores de Cister,
sí se esforzaron en asegurar la autonomía
legítima de los monasterios, y a la vez la unión necesaria y la mutua
ayuda.
Así pues, cuando el monasterio de Cister pudo empezar a fundar otras
abadías, supo poner buenos cimientos para mantener la unidad entre los
monasterios, mediante la Carta
de Caridad. Instituyó un sistema estable e igualitario de relaciones entre
ellos, a fin de asegurar una vida monástica seria. Los Capítulos Generales y
las Visitas Regulares fueron admirables instrumentos al servicio del buen nivel
religioso de todos los cenobios de la
Orden que gozó muy pronto de un prestigio admirable.
La estructura básica de la
interdependencia cisterciense, de acuerdo con los principios de la Carta de Caridad, era la
filiación: la «madre» fundadora controlaba a la «hija» recién establecida. Dado
que en última instancia cada abadía dependía de una de las cinco
«protoabadías», la historia medieval cisterciense es testigo de una larga
expansión lineal de las «familias» de Cister, La Ferté , Pontigny, Claraval y
Morimundo. Las líneas de filiación de Claraval, la más prolífica, se extendían
desde Portugal a Hungría, y de Suecia al sur de Italia; las de Morimundo eran
especialmente extensas en dirección este-oeste, alineando establecimientos
desde España hasta la región Báltica.
No obstante, a causa de la imprevisible
e inevitable evolución del mundo, ningún ordenamiento puede ser válido
permanentemente, por muy acertado que sea en sus orígenes. Los Capítulos
Generales de la Orden
fueron renovando estatutos en sucesivas asambleas anuales a través de los
siglos y en los distintos aspectos de la vida cisterciense, hasta que el
gobierno por congregaciones se fue imponiendo como la más adecuada forma de
gobernar la Orden
sin que pierda la unidad en lo verdaderamente esencial.
El crecimiento
en número de monjes y de monasterios fundados por todo el mundo, fue
rápido ya que a la muerte de S. Bernardo la Orden poseía 353 Abadías,
y en siglos posteriores se triplicaría entre monasterios masculinos y
femeninos.
Irían surgiendo muchos cambios y
dificultades a todos los niveles: la distancia geográfica entre los
monasterios, los rudimentarios medios de comunicación, los peligros que
suponían los largos viajes, las guerras etc. hacían difícil y en muchos
momentos imposible la asistencia a las asambleas de los Capítulos Generales,
así como las visitas regulares a las casas filiales; también el excesivo poder
de los reyes y gobiernos políticos que unas veces protegían excesivamente las
abadías y las enriquecían demasiado, otras exigían tributos que las arruinaban
y hacían imposible la supervivencia en ellas. Añadiendo, como causa muy
importante, que el hombre es poco perseverante y tiende a ir perdiendo el
fervor primero.
Todo ello llevó a la Orden en muchos de sus
monasterios a una decadencia muy grande, por lo que, hubo de buscarse las
formas adecuadas a cada momento concreto de la historia para salvar la unidad e
integridad de la Orden ,
en su estructura básica y en su carisma.
El fenómeno de la encomienda y las consecuencias[2] tan nefastas
que entrañaban en la Orden ,
fue uno de los principales toques decisivos para que algunos monjes
fervorosos que también había, tomaran decisiones enérgicas para una renovación
en la Orden
buscando adaptar la legislación existente a las exigencias, que requerían las
nuevas circunstancias, debidas esas transformaciones de la vida social,
intelectual y política en diversas regiones de Europa[3]
Las Congregaciones siguen teniendo una importancia vital en nuestra Orden.
Muchas dificultades se han superado, como la de los medios de comunicación, que
actualmente son múltiples y rápidos, la dependencia política de los gobiernos
de los países y tantos otros, pero existen otras dificultades que la unión de
monasterios en Congregaciones, hace superables, y por lo demás, favorecen
valores siempre actuales, importantes y esenciales.
Hoy, los diversos monasterios son demasiado pequeños y débiles para que puedan
vivir y trabajar en una plena y absoluta independencia de otros
monasterios; por otra parte, la
Orden misma contiene una diversidad y discrepancia tal de la
observancia, en las formas y tareas de la vida, que no puede ser gobernada
mediante normas y métodos uniformes. Por lo que, la Congregación es o
debe ser aquella unidad de acción, viva y concreta, que aúna las fuerzas de
diversas casas que poseen los mismos ideales y las mismas tareas.
Se comprende, por tanto, que desde los orígenes de las congregaciones autónomas
estén íntimamente unidos a movimientos de reforma regionales. La
evolución histórica de los monasterios en los diferentes países, continentes,
condiciones culturales y sociales, presentan diferencias notables, tanto en las
normas y tradiciones monásticas, como en las tareas y ocupaciones. Estas
diferencias, sin embargo, no anulan ni menguan esa unidad superior de la Orden , ya que es sumamente
necesario que este pluralismo se comprenda bajo el punto de vista de su
positiva significación social y espiritual; las fuerzas diversas, se
complementan, se unan para una cooperación práctica y eficaz[4]. Esto lo hace
posible la estructura de la
Orden , compuesta de Congregaciones[5], por lo que
no solo no destruyen la unidad de la misma, si no que, hacen posible la unidad
en la diversidad de su gobierno.
Aunque cada Congregación haya nacido en circunstancias y medios sociales
diferentes, las motivaciones principales y esenciales fueron en la práctica las
mismas: El retorno al primitivo Cister, como medio se superar la gran
decadencia en la observancia monástica de la Regla.
A comienzos del siglo XV, surgió en España un movimiento muy significativo.
Martín de Vargas, un jerónimo, que se convirtió en monje cisterciense en
la abadía de Piedra; fundó la
Congregación de Castilla u «Observancia Regular de San
Bernardo». Fue la primera Congregación monástica que existió.
Aunque
su actividad, como reformador suscitó una gran controversia en Cister,
era ampliamente conocido como un hombre santo y estudioso, impulsado por las
mejores intenciones. Después de su estancia en Italia y del conocimiento que
tenía de estado decadente de los monasterios españoles, debido en gran parte a
la infiltración del sistema comendatario, la falta de comunicación con los
demás monasterios de Europa, el no poder asistir a los Capítulos Generales etc.
llegó a la conclusión de que la mejor forma de remediarlo, era la adopción de
medidas que habían probado ser eficaces, en circunstancias semejantes, para los
benedictinos italianos.
Con la aprobación del papa Martín V con su bula Pia supplicum, Vargas
abandonó Piedra, y con once compañeros, fundó el Monasterio de Montesión cerca
de Toledo y así la
Congregación de Castilla fue erigida el 24 octubre 1425
y confirmada con la bula Etsi pro cunctorum de Eugenio IV el 25
septiembre 1437, en la que se concede al Abad de Cister -pero sólo a él
personalmente- la visita de los monasterios de la Congregación.
El fundador, pasó grandes dificultades para implantar la reforma. Durante
cuarenta y cinco años no hubo más que dos monasterios: Montesión y Valbuena, a
los cuales se agregó en 1469 el de la
Huerta , en el obispado de Sigüenza. En 1505 se unió el de
Palanzuelos en la diócesis de Palencia, donde se estableció la residencia del
Superior General de la
Congregación. Después creció el número rápidamente gracias al
apoyo de los Reyes Católicos.
La historia de la primera Congregación monástica, es muy compleja y muy
dolorosa. Martín de Vargas, no tuvo fácil el sacarla adelante, ya que como
ocurre en toda innovación de antiguas estructuras, se desconfía, al menos en
principio. Otra motivación importante, es que por muy buenos deseos que tenga
el hombre, y por muy claras las ideas de los nuevos proyectos que tenga, casi
nunca se queda en el justo medio. Ante las dificultades siempre se cometen
imprudencias que después justifican las desconfianzas del otro o los
otros. Por lo demás, nunca todos tienen la misma visión de las cosas, ni las
mismas inquietudes, aún cuando se busque la misma verdad.
Pese a todo, fue uno de los movimientos de reforma de la Orden Cisterciense
más fecundos y gloriosos de la
Historia , ya que sus parámetros de renovación profunda y
auténtica estaban dentro de los más estrictos cánones de lo que fue la reforma
del Cister de siglo XII: independencia del poder temporal; adecuación de la
legislación propia a la legislación renovadora de la Iglesia universal; respuesta
a los movimientos culturales y espirituales de la época y también renovación de
los programas de formación para los monjes jóvenes, que posteriormente serían
los animadores en las comunidades.
En este caso, el Capítulo General de la Orden , ignoraba bastante la situación real y
particular de los monasterios de Castilla, así como el verdadero espíritu que
animaba a Martín de Vargas y a sus seguidores, por lo que temía que se
produjera una división en la
Orden. Mas , se vio obligado a aceptarla, ya que la Congregación estaba
protegida por el rey de España y también por la Curia Romana , por lo
que a pesar de las grandes dificultades la Congregación salió
adelante, ya que el Capítulo General de la Orden de 1493, la reconoció como tal
en la estructura que quería el fundador.
El siglo XVII fue la «época de oro» de la Congregación de
Castilla. Las cuarenta y abadías masculinas incluían dos colegios, uno
establecido en 1504 en Salamanca y el otro, de mayor renombre, fue fundado en
1534, vinculado a Alcalá de Henares, universidad en rápido desarrollo. La
erudición llegó a convertirse en una gran tradición de la Congregación. El
eminente historiador Ángel Manrique (1577-1648), monje de Huerta y graduado en
Salamanca, fue sólo uno de tantos de sus miembros de capacidad
descollante.
Pero casi todo ese florecimiento se vino abajo en 1835 por la
autoridad civil antirreligiosa, -desamortización de Mendizábal- en que fueron
suprimidos todos los monasterios de varones, aunque no los de mujeres ni
tampoco se suprimió jurídicamente la Congregación de Castilla por lo que ésta,
continuó existiendo, en los monasterios femeninos.
El 8 diciembre 1994 la S. Sede
procedió a la reorganización de la Congregación de San Bernardo de Castilla en doce
monasterios de monjas. Las Constituciones fueron aprobadas en la misma fecha.
Desde 1835 a
1994 hubo muy escasa comunicación de los monasterios femeninos españoles con la Orden. En 1903, la
comunidad del monasterio de Fontfreda, fue expulsada de Francia como tantas
otras, por el Gobierno francés y se refugió en Tárrega (Lérida). Su Abad Dom
François Causse, entró en contacto con algunas comunidades de monjas
cistercienses españolas. Fruto de su actividad fue la difusión de unas
Constituciones para las monjas cistercienses en España, reelaboradas en varias
ocasiones y aprobadas por el Papa Pío X en 1907. Pero no se llegó a estructurar
un sistema estable de cooperación y de relaciones entre los monasterios de monjas,
hasta que se instituyeron 1956 las Federaciones de monasterios de monjas de la Orden Cisterciense
en España.
En 1950 El Papa Pío XII publicó la Constitución Apostólica
Sponsa Christi, con el fin de remediar la situación de penuria que
padecían los monasterios femeninos, por lo que en ella recomendaba la
unión de éstos, en Federaciones[6], lo que
resultó ser muy positivo y eficaz para logros posteriores más perfectos.
Con los 53 monasterios de monjas que había en España se crearon dos
Federaciones. A la FEDERACIÓN DE MONJAS DE LA SAGRADA ORDEN
CISTERCIENSE DE ESPAÑA, pertenecían 20, y la Congregación de
Castilla continúa con 12 de estos monasterios después de reactivarla. Otros en
1990 lograron también la reinstauración de la antigua Congregación de la Corona de Aragón y se
incorporaron a ella.
En 1994 la Santa Sede
aprobó las nuevas Constituciones de la Congregación , adaptadas a la situación del
momento. Estas constituciones contemplaban la existencia de monasterios
masculinos y femeninos, cuyo supremo moderador era el Abad Presidente ayudado
por el Consejo de asistentes.
En el 2007, aprueba nuevos cambios pedidos por el VI Capítulo
Extraordinario de la
Congregación , para poder actuar de hecho y de derecho,
como Congregación Monástica Femenina[7], ya que en la
actualidad no existen monasterios masculinos en la Congregación. Así
pues, según el derecho constitucional, los monasterios de monjas tienen un
Capítulo de Abadesas y delegadas, cuya abadesa Presidente es la suprema
moderadora de la
Congregación de Castilla, miembro, “ex officio”, del
Sínodo de la Orden.
Fueron las Federaciones el mejor instrumento para preparar el camino hasta que
las comunidades de monjas lograran una incorporación plena de los monasterios a
la Orden.
Monasterio de la Santa Cruz
Casarrubios del Monte
[2] Eclesiástico o, en ocasiones, un laico, a cargo de una abadía in commendam, es decir, quien vigila los ingresos económicos y, si es un eclesiástico, también con algún grado de jurisdicción, pero sin ejercer ninguna autoridad sobre su disciplina monástica interna.
[3] Vida cisterciense actual, 24-25
[4] Cfr. Ibidem., 119.
[5] Vida cisterciense actual, 116-117
[6] Sponsa Christi nº33
[7] Véase el Decreto, Prot. n. C 224, b 1/93, de 15 de Mayo de 2007
El monasterio referido de Palencia es el de Palazuelos.
ResponderEliminarGracias por el alcance de su historia que tiene para mi vida católica un gran alcance de conocimientos, Si la mente no me traiciona la orden de Citercience de mi pais el Perú en Lima en la ciudad de Ventanilla - Pachacutec que es un desierto serca al mar en nueva a abadesa es la madre Teresa una de origen aleman y conosco a dos hnas. que se llaman Lourdes y Mónica, se que por el lado sur de Lima por Lurin hay otra orden de Citercience de Varones en la diocesis de Lurin, poco se de ellos no lo conosco, solo me pidieron un trabajo pero como no estaba al alcance de sus espectativas no se dijo nada, en tal para mi vida de católico lego es de tener conocimiento de los discipulos de San Benito, desde ya los tengo en mis oraciones. Por la experiencia de mi podesto conocimiento de Litúrgia gracias a 3 eruditos sacerdotes se creo Talleres Sagrada Familia y Servicios Múltiples del cual soy dueño y Gte. Gral. donde hacemos trabajos para las necesidades de los servicios de celebraciones, se que donde están tienen lo suyo, yo en mi vida practica estamos a la orden con los talleres de especialidad, mi hogar es católico y somos casado por la iglesia, tenemos 2 hijos, tengo una interesante esposa y una familia que los adoro y tres nietos, el mayor sigue mis pasos como Orfebre Sacro, es un niño muy lindo, todos dicen que se parece a mi,creo que su madre está molesta conmigo, trato que no se resienta, pero es mi hijo que me dá su confianza, se está formando en un colegio religioso de los Agustinos Recoletos, se que es facil pedir, solo se que como adulto que soy que Dios permita que haga su voluntad, mi hogar está bendecido por tres Papas, por el Papa Francisco todavia, pero aun así trato de responder con responsabilidad y no faltar. Mi e-mail es talleressagradafamilia.s.m@gmail.com Gracias por su atención.
ResponderEliminarsoy de buenos aires,como podria conseguir libros de elredo y de guillermo de saint thierry
ResponderEliminarcarlos
carloseduguti@yahoo.com.ar
Querido Hermano en Cristo:
ResponderEliminarPaz y bien.
Me presento como un Obispo de la Iglesia Luterana, y Caballero de la Orden Soberana del Templo de Jerusalem y Orden Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalem y Malta.
Desearía hacer una consuta a su caridad, sobre mi inspiración de constituir una Orden Cisterciense Terciaria que tuviese caracter ecuménico. Es decir, que admitiese en sus filas a cristianos practicantes de todas las denominaciones cristianas, que no tuvieran que profesar votos monacales, sino levar una vida cristiana en oración, según la Regla de nuestro Padre Bernardo de Claravall.
Sería para mí un honor que la Orden Cisterciense bendijera mi proyecto, a fin de llevar a cabo mejor la obra de Dios, con su inestimable ayuda y reconocimiento.
En espera de sus noticias, reciba mi Bendición Apostólica en el amor de Cristo Jesús Resucitado, cuyo amor nos une a todos como hermanos en la Fe.
Con mis bendiciones apostólicas,
Muy Revdo, Ricardo Curto Núñez
dom.ricardocurto@gmail.com
Hola, gracias por compartir y dar a conocer la historia de la orden Orden Cisterciense, desde sus inicios hasta las federaciones femeninas más recientes.
ResponderEliminarMe a gustado conocer un poco más el origen y la formación de la federación de las monjas de nuestro colegio.
Gracias por la aportación
Sergio Catalán 4º Eso