Regla
de S. Benito Cp. 49
“Aunque
la vida del monje debería seguir en todo tiempo una observancia
cuaresmal, no obstante, como son pocos los que tienen semejante virtud,
recomendamos que durante la cuaresma todos guarden la mayor pureza de
vida, y eviten en estos santos días las flaquezas de otros tiempos. Esto
se logra dignamente si nos abstenemos de todo vicio y nos dedicamos a la
oración con lágrimas, a la lectura, a la compunción del corazón y a la
abstinencia. Por tanto, en estos días debemos añadir algo a la tarea
habitual de nuestra servidumbre, oraciones especiales, abstinencia en la comida
y bebida, para que, cada uno por propia voluntad, ofrezca a Dios algo
extraordinario en la alegría del Espíritu Santo. Es decir, prive a su
cuerpo de algo de comida, bebida, sueño, conversación y bromas y espere la
santa Pascua con la alegría de un deseo espiritual. Pero lo que cada uno
ofrece propóngaselo a su abad, y hágalo con su oración y aprobación, porque
lo que se hace sin el permiso del padre espiritual se tendrá por presunción,
vanagloria, no digno de recompensa. Por tanto háganse todas las cosas con
autorización del abad”.
Aprobación y bendición
del Abad
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