22 ene 2018

Alegría en el dolor


S. Juan Pablo II el 1de marzo de 1980 decía comentando el pasaje evangélico de los discípulos de los Emús1.Vuestras pequeñas cruces de hoy pueden ser sólo una señal de mayores dificultades futuras  pero la presencia de Jesús con nosotros cada día hasta el fin del mundo, es la garantía más entusiasta y, al mismo tiempo, más realista de que no estamos solos, sino que Alguien camina con nosotros como aquel día con los dos entristecidos discípulos
 El amor, como consecuencia, aporta consigo la alegría, pero es una alegría que tiene sus raíces en forma de cruz. Mientras estemos en la tierra y no hayamos llegado a la plenitud de la vida futura, no puede haber amor verdadero sin experiencia del sacrificio, del dolor. A pesar de eso, o más bien como resultado, señala S. Atanasio: “los santos,  mientras vivían en este mundo, estaban siempre alegres como si estuvieran  celebrando la Pascua”2, y San Juan Crisóstomo también afirma: “Los seguidores de Cristo viven contentos y alegres y se glorían de su pobreza más que los reyes de su diadema”3




[1] Lc 24, 13 ss
[2] S. Atanasio, carta 14
[3]  S. Juán Crisóstomo, Homilía 38,  

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