No hay lenguaje humano que pueda expresar el hondo significado
de la Cruz Salvadora de Jesús ni razón humana que logre comprenderla. Se puede
apenas vislumbrar la inmensidad de la inefable realidad con el auxilio del
mismo Espíritu Santo, tal cual aconteció en san Pablo, que, contemplando a
Jesús crucificado, no acertaba sino a repetir extasiado: “Me amó y se entregó
por mí”. No queda otra actitud sino la de la contemplación orante para “pasar”
la Semana Santa en clave cristiana. Precisamente, el origen de esta “Semana”, fue
dar un mayor tiempo de meditación contemplativa al misterio central y frontal del
cristiano ya que este es el tema que moviliza verdaderamente la vida cristiana
en todas sus dimensiones. Es el núcleo generador de su renovación a nivel
personal y comunitario. Dispongámonos, pues, a vivir una Semana Santa en
profunda vivencia del SUPREMO MISTERIO DE AMOR
JORNADAS MONÁSTICAS, Junio 2017
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