Santo Tomás
de Aquino define la alegría como la
consecuencia del amor, es decir, la alegría es el brillo que existe cuando hay
amor, y es tanto más grande cuanto mayor es el amor y cuanto más noble es
aquello que se ama. La alegría es una de las características más
importantes de la vida cristiana.
Pero ¿qué
es la alegría? Cuando nos encontramos con aquello que amamos, sentimos alegría
y esta es tanto más grande cuanto es el amor que tenemos a lo encontrado. Concluye
Santo Tomás diciendo que la alegría en el cristiano, está en el encuentro con
Dios, que es encuentro con su amor infinito.
Entonces,
nuestra alegría tiene la medida del amor de Dios que hemos acogido en nosotros.
Y la alegría más grande, efectivamente, está en el amor más grande, pero el
amor más grande está en el amor que Dios nos tiene, es decir, que la
alegría más grande se da cuando reconocemos experimentalmente que Dios me ama.
Por eso cuando reconocemos y experimentamos en nosotros y a nuestro alrededor la
acción amorosa de Dios a través de tantas cosas, a lo largo del día y de los
días, nos sentimos alegres, incluso en los momentos más dolorosos de la vida.
La alegría más grande, pues, es saberse
amado por Dios. Es esa alegría, que nada ni nadie puede quitarnos. Por tanto nada
tampoco puede ocultar la profunda alegría al que se sabe amado por Dios.
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