25 feb 2020

Cuaresma 2020





La Cuaresma son Cuarenta Días de Atención a Dios, nuestro Padre. ¡Cuarenta Días de Atención al Amor al Padre! ¡Qué hermoso desafío, qué bella novedad! 

Por ello, ¡preparemos nuestro encuentro con Él! O mejor, examinemos Nuestro Amor. ¡Qué hermosa ocasión para preguntarnos con calma y verdad! 

Examinemos nuestro amor por nuestro Padre, por medio de preguntas con sentido:


La primera pregunta del Amor a Dios: ¿Soy capaz de entrar en mí mismo de verdad?   En mi corazón es donde me encontraré con el Padre; donde podrá resonar su presencia, su interés por mí. Tengo que entrar en mi corazón, donde Dios quiere vivir darme su Luz y su Llama Divina que me impulsará y guiará con verdad. ¿O quiero quedarme en las afueras del mi corazón, que es quedarse en las afueras del Amor? 


La segunda pregunta del Amor a Dios: ¿Cuánto miro a tu Hijo, Padre Mío?  En esta Cuaresma me puedo preguntar cuánto contemplo y ahondo en el Misterio de Tu Hijo, que se hizo hombre y murió por mí y por todos. ¿Puedo identificarme más aún con el amor de tu Hijo Jesús por Ti, con su espíritu de servicio a tu voluntad y al bien de mis hermanos y hermanas? ¿Soy de verdad seguidor suyo? ¿Cuánto puedo crecer en mi amistad por Él, durante esta Cuaresma?


La tercera pregunta del Amor a Dios ¿Tengo alegría por escuchar y vivir la Buena Nueva? ¡Alegría! Sí.  ¡Esa es la palabra! Alegría por vivir a fondo el Evangelio de tu Hijo. Quizá no siento a fondo dicha alegría porque mi fe en Él aún es pequeña. O quizá porque no me fío del todo. Porque tal vez me falta una dosis de esperanza. Esperanza en el futuro, en los hombres, en el proyecto de tu Hijo. Estos días parece que el mundo está a las puertas de una catástrofe; hay un peligro real de una pandemia de coronavirus. La salud, la economía, las relaciones interhumanas parecen cuartearse, quebrarse. ¡Esta Cuaresma es una ocasión preciosa para volver a creer, para reconstruir la esperanza! 


La cuarta pregunta del Amor de Dios: ¿Puedo comprender que este tiempo de Cuaresma es tiempo de vivificaciones?  Tu Hijo me llama de nuevo. Quiere predicarme de nuevo el Evangelio, la Buena Noticia. Tu Hijo es el buen y generoso hortelano que pide un año más de tregua para el Árbol Seco. “Dame un año más. Cavaré en torno del árbol seco y lo abonaré con intensidad y generosidad”. ¿Cuál es el Árbol Seco de mi vida? ¿Mi oración? ¿Las relaciones con las hermanas? ¿El individualismo? Es el momento de ponerme en las manos de Jesús, de tu Hijo.


La quinta pregunta del Amor de Dios: ¿Puedo reconocer la luz que derrama el Espíritu de tu Hijo?  Cada día es una ocasión de creer. Hay problemas y dificultades, pero no deben ser excusas para disminuir nuestro fervor. Los problemas son desafíos, retos que Dios permite para poder crecer.


La sexta y última pregunta debe formularla cada uno, en el silencio de su ser.  ¿Qué me gustaría decirle, preguntarle a Dios, que aún no he dicho ni preguntado? ¿Hay alguna pregunta oculta en el corazón, y que pugna por salir? ¿Algún rencor no superado? ¿Algún sueño imposible?



El balance de este conjunto de preguntas es que nuestro Padre no nos invita a trabajos, a la pura ascesis, sino a una transformación profunda y verdadera. Quiere que le imitemos en su existencia misericordiosa,  que amemos a su estilo, con generosidad. Nos invita a transformarnos en Él y a vivir su propia vida divina.  ¡Podría parecer una osadía, una irreverencia, un sacrilegio... si no fuese porque es el propio Dios quien nos habla así!

Es todo un estilo de vida que debemos practicar en lo cotidiano. El ser humano, el hijo con la fuerza de Dios, con la fuerza del Padre se dirige al prójimo y a Dios; y así, de un modo nuevo y maravilloso, llega a su culminación. 


Que en esta Cuaresma sepamos escuchar y seguir a nuestro Padre, y seguir todas sus inspiraciones. 
P. Ramón Álvarez Velasco OSB

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