10 feb 2020

Fiesta de Santa Escolástica


Nació en el año 480, en Nursia, Italia. Su madre murió de parto. Es hermana gemela de nuestro Padre San Benito. Ambos se entregaron a Dios desde muy jóvenes y alcanzaron la santidad en la vida monástica.

Después que su hermano se fuera a Montecasino, ella se estableció a unas cinco millas de distancia, en Plombariola, donde fundó un monasterio y la orden de las monjas benedictinas la cual gobernó siguiendo la regla de su hermano.

San Benito y Sta. Escolástica regularmente se reunían para orar juntos y compartir sobre la vida espiritual. Los dialogos de San Gregorio Magno nos narran la gran confianza que tenía  en el Señor. Compartimos con vosotros el texto que hoy la segunda lectura de Vigilias nos ofrece sobre ella.

 De los libros de los Diálogos de san Gregorio Magno, papa
(Libro 2, 33: PL 66,194-196)

PUDO MÁS PORQUE AMÓ MÁS

Escolástica, hermana de Benito, dedicada desde su infancia al Señor todopoderoso,
solía visitar a su hermano una vez al año. El varón de Dios se encontraba con ella fuera de
las puertas del convento, en las posesiones del monasterio.
Cierto día, vino Escolástica, como de costumbre, y su venerable hermano bajó a verla
con algunos discípulos, y pasaron el día entero entonando las alabanzas de Dios y
entretenidos en santas conversaciones. Al anochecer, cenaron juntos.
Con el interés de la conversación se hizo tarde y entonces aquella santa mujer le dijo:
«Te ruego que no me dejes esta noche y que sigamos hablando de las delicias del cielo
hasta mañana.»
A lo que respondió Benito:
«Qué es lo que dices, hermana? No me está permitido permanecer fuera del
convento.»
Pero aquella santa, al oír la negativa de su hermano, cruzando sus manos, las puso
sobre la mesa y, apoyando en ellas la cabeza, oró al Dios todopoderoso.
Al levantar la cabeza, comenzó a relampaguear, tronar y diluviar de tal modo, que ni
Benito ni los hermanos que le acompañaban pudieron salir de aquel lugar.
Comenzó entonces el varón de Dios a lamentarse y entristecerse, diciendo:
«Que Dios te perdone, hermana. ¿Qué es lo que acabas de hacer?»
Respondió ella:
«Te lo pedí y no quisiste escucharme; rogué a mi Dios, y me escuchó. Ahora sal, si
puedes, despídeme y vuelve al monasterio.»
Benito, que no había querido quedarse voluntariamente, no tuvo, al fin, más remedio
que quedarse allí. Así pudieron pasar toda la noche en vela, en santas conversaciones
sobre la vida espiritual, quedando cada uno gozoso de las palabras que escuchaba a su
hermano.
No es de extrañar que al fin la mujer fuera más poderosa que el varón, ya que, como
dice Juan: Dios es amor, y, por esto, pudo más porque amó más.
A los tres días, Benito, mirando al cielo, vio como el alma de su hermana salía de su
cuerpo en figura de paloma y penetraba en el cielo. Él, congratulándose de su gran gloria,
dio gracias al Dios todopoderoso con himnos y cánticos, y envió a unos hermanos a que
trajeran su cuerpo al monasterio y lo depositaran en el sepulcro que había preparado para
sí.
Así ocurrió que estas dos almas, siempre unidas en Dios, no vieron tampoco sus
cuerpos separados ni siquiera en la sepultura

Murió hacia el año 547.

Muchas felicidades a todas las hermanas que hoy nos gozamos de cekebrar su fiesta.

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