La fama de su santidad y sabiduría se divulgó con rápidez en Francia, apenas aparecierón sus primeros escritos; aunque nunca se preocupó por alcanzar renombre, pronto se encontró convertido en el centro de atracción de una época que buscaba desesperadamente un liderazgo capaz y competente.
Es ocioso preguntarse cual hubiera sido el destino de Cister sin Bernardo. Su influencia personal en la evolución de la Orden ha sido seguramente un factor de importancia capital. Sin duda alguna, el programa de los Padres Fundadores de Cister fue puramente contemplativo, animados como estaban por un celo admirable de heroico ascetismo.El joven abrazó de todo corazón y sinceramente la vidad e Cister como era, y bajo la dirección del abad Esteban se convirtió en uno de los más grandes contemplativos de todos los tiempos. Le resultó imposible escosderses por mucho tiempo entre los muros de Claraval, pero aún durante los tiempos de su actividad febril siguió siendo, en lo profundo de su ser, el mismo asceta y contemplativo cisterciense. A medida que crecía su fe en los ideales cistercienses, trabajaba más arduamente por propagarlos. Nunca ocultó su firme convicción de que la regla cisterciense erá el camino más seguro para la salvación, y nunca dudo en aceptar a nadie en Claraval, desde criminales públicos hasta principes, desde monjes fugitivos hasta obispos. El desarrollo prodigioso de la orden, durante la primera mitad del S.XII habría sido imposible sin él, y por tanto fue aunque de forma inconsciente, el principal responsable de las consecuencias de esto"
Louis Lekai, Los Cistercienses ideales y realidad, cap.IV.
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