14 abr 2016

EN LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR


Guerrico de Igny  (Sermón I)

Queremos ver a Jesús, oír hablar de Él

1.¡Le dijeron a Jacob: José vive! Al oírlo, revivió su espíritu y dijo: Me basta, si José vive. Iré y lo veré antes de morir[1].
            Quizá me digáis: ¿y a qué viene esto? ¿Qué tiene que ver José con el gozo de este día, con la gloria de la resurrección de Cristo? ¡Es Pascua, y tú nos vienes con cosas de Cuaresma![2] Nuestra alma tiene hambre del Cordero pascual para el que se ha preparado con tan largos ayunos. Nuestro corazón está ardiendo en nuestro pecho por Jesús[3]. Queremos a Jesús, y si aún no merecemos verle, al menos querremos oír hablar de Él. Tenemos hambre de Jesús, no de José; del Salvador, no del soñador; del Dueño del cielo, no del de Egipto; no del que alimenta los vientres, sino las mentes de los que tienen hambre. Que tu sermón nos sirva al menos para darnos más hambre de aquél a quien ya tenemos. Pues está escrito: Dichosos los que tienen hambre, porque serán saciados[4]. Cuando oímos hablar aumenta nuestra hambre, lo mismo que quien hace elogios de los banquetes excita el hambre. Si oímos hablar de Jesús, nuestro oído tendrá gozo y alegría, y exultarán nuestros huesos humillados[5]. Nuestros huesos están humillados por la aflicción y el duelo de Cuaresma, y todavía más por el dolor de su Pasión, pero exultarán con el anuncio de su Resurrección. ¿Por qué, pues, nos presentas tú a José, cuando no nos sabe a nada cualquier cosa de que nos hables fuera de Jesús?[6] ¡Y tanto más hoy, cuando Cristo nuestra Pascua ha sido inmolado![7]. - Continúa...




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