San Bernardo de Claraval
El
alma fiel tiene su paraíso, pero espiritual y no terreno; y por eso mismo mucho
más deleitable y escondido que el primero. Aquí el alma goza más que con todas
las riquezas. De este paraíso brotan cuatro fuentes: la verdad, la caridad, la
fuerza y la sabiduría. Estas fuentes ofrecen un agua medicinal al alma enferma.
Las enfermedades que aquejan al alma son cuatro vicios: el temor, la
concupiscencia, la maldad propia y la ignorancia. Cuando la vence el temor cae
forzada en el vicio; el ímpetu de la concupiscencia la empuja al mal, la maldad
propia la lleva voluntariamente al vicio, y la seducción del error la hace
deslizarse en el mal.
A las almas aquejadas y
angustiadas por estas enfermedades el Profeta les da este consuelo: Sacaréis
agua con gozo de las fuentes del Salvador. Contra la pusilanimidad,
consecuencia del vicio del temor, el agua de los auxilios que se toma en la
fuente de la fortaleza. Contra la concupiscencia del placer terreno, el agua de
los deseos en la fuente de la caridad. Contra la malicia de la maldad
voluntaria, el agua de los juicios en la fuente de la verdad. Contra el error
de la ignorancia, el agua de los consejos en la fuente de la sabiduría.
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