¡Oh,
Santa Madre Celestial!
¡Oh,
Inmaculada Concepción!
que
abriste para el mundo
la
Fuente del Agua de Vida Curativa,
que
brota desde el Bendito Corazón de Jesús,
disipa
de nosotros todos los males que nos perturban,
abre
nuestros corazones
a
través de la Llama de Tu Inmaculado Corazón,
perdona
nuestras faltas
y
líbranos de los engaños del enemigo.
¡Oh,
Santa Madre del Universo!,
quédate
con nosotros,
para
que, bajo Tu Amor Universal,
podamos
vivir en Cristo,
LECTIO
Lectura del libro del Génesis (3,9-15.20):
Después que Adán
comió del árbol, el Señor llamó al hombre: ¿Dónde
estás?
Él contestó: “Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí”.
El Señor le replicó: ¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?
Él contestó: “Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí”.
El Señor le replicó: ¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?
Adán respondió:
«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí.»
El Señor dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho?
El Señor dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho?
Ella respondió: “La
serpiente me engañó, y comí”. El Señor Dios dijo a la serpiente: Por haber hecho eso, serás maldita entre
todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y
comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre
tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el
talón. El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que
viven.
Palabra de Dios
Sal
97,1.2-3ab.3c-4
R/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
R/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Efesios (1,3-6.11-12):
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la
persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e
irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de
Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su
gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en
alabanza suya. Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos
destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los
que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.
Palabra de Dios
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (1.26-38):
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando
en su presencia, dijo: Alégrate, llena de
gracia, el Señor está contigo.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al
ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”
El ángel le
contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre
ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va
a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar
de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban
estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó: “Aquí
está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.
Y la dejó el
ángel.
Palabra del Señor
MEDITATIO
Nos dice el
Evangelio que María “se turbó y se preguntaba…” Seguramente, también nosotros
nos turbamos, con tanto amor y cercanía de Dios, y nos preguntamos a qué nos
invita Él a cada uno.
Como
cristianos, ya en el Bautismo, asumimos el compromiso de luchar contra el mal,
creer lo que Dios nos ha revelado como amigo, y vivir amándole a Él y a los
hermanos, construyendo así su Reino de amor y paz. En la Confirmación recibimos
más plenamente el Espíritu para realizar esta misión. La Palabra de Dios
ilumina siempre nuestro camino y en la Eucaristía recibimos el alimento para
andarlo.
Tenemos un
gran camino común a todos. Sobre ello, nos queda discernir la vocación y
servicio al que hoy nos llama el Señor a cada uno. Hemos de preguntarnos: ¿qué puedo aportar yo? ¿en qué puedo servir
mejor? ¿a qué me está invitando Dios? Esto lo tenemos que hacer cada uno de
nosotros, tengamos la edad que tengamos.
El Señor
nos va dando señales: en el silencio de la oración, en las invitaciones de
otros hermanos, en los acontecimientos diarios que va surgiendo en la Iglesia,
en la sociedad, en la familia etc.
Ante dudas
y dificultades, como a María, Dios nos dice: “No temas”, yo te daré mi gracia,
mi Espíritu. Como ella estamos llamados a confiar y responder con Ella el Sí, que tanta transcendencia tuvo en la
Historia de Salvación, también nuestros nuestro S, a todo lo que Dios quiera de nosotros tiene transcendencia
salvífica.
María es la
Mujer del Adviento, mujer de esperanza que alienta nuestra esperanza es la
Figura del Adviento modelo de esperanza y de espera. Pertenecía al resto de
Israel, a los anawin, los pobres de Yahvé que se confían enteramente en Dios.
Acogió la increíble propuesta de Dios; más allá de no poder comprender cómo,
confió, y quedó biológicamente en estado
de buena esperanza sin obra de varón, por intervención del Espíritu Santo,
y dará a luz al Mesías, al Señor.
ORATIO
Así pues, con la
confianza puesta en Oh Dios, le pedimos que, fecundados por su amor,
engendremos a Cristo dándolo a luz en cada momento de nuestras vidas, en la
Iglesia y el mundo. ¡Oh María Inmaculada, ponemos en tus manos nuestras súplicas,
para que tú que eres la Reina de la Pureza y la llena de Gracia, intercedas por
nosotros ante tu Hijo nuestro Señor! Mira nuestras preocupaciones, concédenos
la paz; mira que tenemos miedo… y con frecuencia éste nos paraliza, porque nos
hace desconfiar. Aumenta nuestra fe y fortaleza espiritual, ya que a veces también
perdemos la esperanza y nos faltan estímulos para caminar. María Madre de Dios
y nuestra, que sepamos siempre poner toda nuestra confianza en Dios. Que en tu
de tu corazón humilde, sincero, amemos cada día más a Jesús tu Hijo. Madre
Inmaculada, purifica nuestra
alma, para
que un día podamos glorificar a Dios en el cielo por los siglos de los siglos.
Amén.
ACTIO
Repitamos
con frecuencia: Oh María, concebida sin pecado,
ruega por nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario