San Bernardo decía: «no hay nada tan precioso que el tiempo y no hay nada tan menospreciado» Cada momento utilizado según Dios, si estamos en estado de gracia, puede merecernos tesoros de gloria y alegría eternas. El tiempo es precioso porque es durante esta vida que Nuestro Señor nos aplica los méritos de su muerte y Pasión para rescatarnos y santificarnos. El tiempo es la moneda del cielo. Cada momento vale una eternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario