24 dic 2020

Feliz Navidad

  


Este año ha sido un año difícil en nuestros monasterios, y en toda la sociedad. Hemos pasado incertidumbres de salud, de situación económica, de muertes que no tocaban, de celebraciones cultuales reducidas, de escasas visitas en los locutorios, en fin, un tiempo de adversidad y reducción.

Por eso, en tiempo de adversidad hay que volver a recordar nuestras certezas fundantes. Y la primera certeza espiritual de nuestra vida es la llamada del Señor. Recordar nuestra vocación nos afianza en la verdad de nuestra vida porque nos fundamenta en la elección y la fidelidad de Dios. Seguramente todas las tenemos en la memoria. Y como San Juan que recordaba que “eran las cuatro de la tarde”, todas recordamos cómo y dónde sentimos la voz, la sonrisa o, tal vez la mirada, del Señor. Fue a cada una. Fue de manera especial. Fue a mí. Y esa seguridad que me fundamenta me hace encarar las adversidades porque la llamada personal es garantía de la fidelidad de Dios para conmigo.

Para recordar nuestra experiencia fundante y para releer las experiencias de otras hermanas. Es hermoso contar cómo pasa Dios en nuestras vidas. Porque ver a Dios en el corazón del hermano es reforzar nuestra realidad.

Decían que este año no habría Navidad. Falso, será como la primera, más íntima, pero más real.

Un abrazo con sabor a turrón. Y ¡¡FELIZ NAVIDAD!!            

Kandida Saratxaga, Abadesa Presidenta

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